Hablar en público desde pequeños
Seguro que muchos hemos vivido esa situación en la que el profesor le pregunta a los alumnos: “¿alguien tiene alguna pregunta? ¿Algún comentario sobre el tema?” y la reacción de los veinte alumnos -ahora son más- es, unos intentando perderse en el silencio del aula, algunos buscando algo en la mochila o el estuche, otros mirando por la ventana y la mayoría agachando la cabeza. El profesor, al ver que nadie participa, termina por señalar a uno de ellos para que hable y casi siempre es el que responderá de forma correcta o lo hace él mismo mientras maldice la escasa participación del alumnado y más. Este hecho que parece una anécdota lo he visto muchísimo y debo reconocer que yo también he participado de esas conductas que nunca lograron hacerme invisible. Más allá de la propia personalidad que tenga cada alumno, heredada, condicionada por la edad y otras variables, creo que no se ha fomentado la participación en clase, que según la entiendo no es plantear una pregunta sobre el tema en cuestión o en abstracto, de forma conceptual y esporádica.
Como tantas otras cuestiones terminan repercutiendo en el futuro de esos chicos y chicas, ya que irán a la universidad y la actitud no va a diferir demasiado de la mostrada en los niveles inferiores. Ahora con los nuevos planes, casi implantados, es posible que haya novedades, pero desde luego no es un lugar diseñado para la participación, si no sabías algo cómo ibas a decir nada al catedrático de turno para que te viera como un alumno de bajo nivel. No olvidemos que una titulación superior se proyecta hacia el mundo laboral en el que indudablemente se verá reflejado. Profesores que tienen vocación pero no saben hablar en público o les tiembla la voz ante lo que puedan decir los alumnos, (menciono profesores por ser mi ramo), pero se da en muchos trabajos. Y el miedo escénico no es algo que haya que quitarse a base de palos, experiencia, etc. dejemos la tortura o frases de “eso tiene que ser así”, esto se puede aprender, fomentar no para ser más brillantes, pero sí más eficaces, más sociales, más comunicativos.
Pero ¿a qué se debe esto?
Personalmente creo que la explicación atiende, como todo, a múltiples razones pero algunas son fácilmente rastreables. Dentro de las razones tradicionales uno es la vinculación de la religión con la enseñanza. Puede sonar extraño pero la rigidez de ciertas doctrinas, deja muy poca posibilidad de maniobra a quien la practica y le obliga a la obediencia sin explicaciones, máxime si uno se encuentra en un estado confesional como el nuestro. Unida a esta razón, está la figura de la autoridad, representada en nuestro caso por el profesor, por supuesto no diré yo que no debe tenerla pero no desde luego en el sentido más tradicional en el que ha sido visto como única voz en el aula, que dicta dónde están los límites y es única fuente de la verdad. Así desde luego no, el profesor será la autoridad al que se le debe respeto como figura adulta y docente pero no al que se le presta sumisión. Todo esto deriva en un alumno que afectado por tanto orden y autoridad alberga casi desde primera hora un sentimiento de coacción que le hace no implicarse en la solución de preguntas o discusiones mostrando su criterio verdadero. El extremo lo vivimos hoy día, el profesor que está desprotegido a causa de una crisis de valores aguda, en la que los chicos no parecen respetar a nadie y sus modelos no son los de trabajo y esfuerzo sino otros de vida más sencilla, famoseo, televisión, etc. produciendo apatía, malestar y una desvinculación temprana de los centros educativos. Habría que añadir que la metodología de la enseñanza es otro factor de este “cansancio” debido a las nuevas tecnologías, etc. pero eso se tratará más adelante.
Antes, por unos motivos, ahora, por otros, pero la cuestión sigue sin solucionarse y no es baladí desde luego. Los chicos crecen sin participar, sin producir oralmente, sin recitar, por miedo a hacer el ridículo. Me resulta curioso como en un contexto de clase, incluso universitaria, nadie quiere hablar por ese miedo, pero sin embargo muchos de ellos u otros se podrán ver en situaciones personales, laborales u otras en las que serán capaces de defender su postura sin ninguna capacidad de argumentación y tal vez esto les lleve a perder incluso la formalidad. La seguridad no se gana por gritar más que el otro, por cabezonería o c… sino por convencimiento en lo que uno cree, por estar capacitado para generar argumentos sin tener que meditarlos media hora antes, por estar despierto ante cualquier situación aunque no tenga que ver con nuestro campo de conocimiento o laboral.
¿Qué se puede hacer?
Evidentemente ayuda el ejercicio y en esa línea van enfocadas muchas de las técnicas y refuerzos académicos consolidados en nuestro sistema como las actividades de producción oral para lenguas basadas en el speaking y reading. Pero no quiero referirme solo a las clases de idiomas evidentemente se puede extrapolar a otras clases también, no está nada mal proponer simulacro de situaciones para las clases de historia, experimentos en ciencias (que no requieran siempre de laboratorio), hacer debates dirigidos en filosofía, recitales o pequeñas dramatizaciones en literatura. La exposición oral de un trabajo o tema tal vez no es el ejercicio más recomendable a edades tempranas pero sin lugar a dudas lo es en la educación superior.
El protagonismo del aula debe recaer en el alumno que debe sentirse capaz de producir aunque se equivoque porque justamente de él sacará el aprendizaje. Para ello, creo, es indispensable no crear un ambiente de competición entre sí y hacer que se sientan todos iguales y con las mismas posibilidades, no centrándose sólo en los alumnos más eficientes. Pero como se puede observar esto es tarea del profesor, los alumnos per se no pueden hacerlo. El profesor es el instrumento perfecto para la enseñanza de conocimiento, es un generador de herramientas para los alumnos que un día no muy lejano deben llevar las riendas de un país. El profesor no es el enemigo y no debe ser alguien que extienda la mano a fin de mes para cobrar su nómina, es cierto que la situación no es la mejor, pero todos podemos contribuir a mejorarla o a no hacerlo y ya sabemos todos qué es más fácil. Pero luego no andemos quejándonos de que vamos a la cola de Europa porque está claro que para el desarrollo postmodernista de la sociedad unos pondrán el conocimiento pero otros pondrán las manos.
Comments (2)
Como docente,militante de la escuela pública, llevo muchos años aplicando técnicas de debate, conferencias, asambleas etc. en el aula, e insistiendo para que las hagan en las demás aulas.
Es verdad que el carácter de cada persona influye, la introversión o la extraversión son rasgos del carácter, pero se pueden trabajar y enseñar técnicas y reglas.
Ya es hora de cuidar la expresión oral, como vertiente de la comunicación,al mismo nivel que se trata la expresión escrita.
La escuela pública tiene la obligación de formar el liderazgo de las sucesivas generaciones, si no, nos encontraremos como ahora, en que prácticamente, lideres y lideresas actuales han estudiado en la privada o en la concertada.
Nos queda faena por hacer, pero es imprescindible.
Saludos!
Buenas tardes Cristina,
Gracias por tu comentario. Subrayo tus palabras sobre el papel de la educación pública. Me alegra que haya profesores, alguno tuve, que se dediquen a fomentar nuevos métodos que no son los estrictamente marcados por los planes de estudio.
Saludos!